La secta más poderosa

de la que jamás has oído hablar







Desde el teclado de Yoni Kaplan, periodista independiente.

Existe de verdad y sus tentáculos se extienden desde las afueras de la ciudad hasta el corazón de Los Ángeles; manipula las vidas de cientos, quizá miles, mientras las autoridades hacen la vista gorda.

Las sectas y Los Ángeles combinan igual de bien que el bourbon y las strippers, y tienen una historia larga, sórdida y trágica. Sin embargo, como periodista, no imaginaba hasta dónde llegarían el misterio y poder de Haus.

Desde hace meses hay rumores de misteriosas invitaciones a un lugar conocido como "Haus", cuyos huéspedes acaban retirándose de la sociedad, e incluso desapareciendo por completo poco tiempo después.

¿Qué clase de sitio es? ¿Y qué les sucede a las personas que recibieron invitación?

HAUS image

Para tratar de averiguarlo, hablé con la familia de Farah Shariq, de 36 años, que desapareció hace cuatro semanas.

La familia de Farah se quedó atónita ante su repentino cambio de comportamiento. No había dado señales de ser infeliz y, sin embargo, al poco había dejado su puesto de cirujana ortopédica, vendió su apartamento de Pacific Palisades, e incluso dejó de patitas en la calle a Dennis Mutton, de 38 años, su pareja desde hacía seis años y con el que estaba prometido.

"Creía que lo nuestro iba a ser eterno", relata Dennis, con la mirada perdida, "pero me dejó sin darme explicaciones. ¡Estábamos comprometidos! Me enfadé y exigí la tutela de nuestra gata Matilda. Farah me dijo que me la podía quedar, ¡así, sin más! Ya no éramos importantes para ella. ¡Eso fue lo que dijo! ¡Que ya no éramos importantes!".

Todo cambió el día en que Farah recibió una invitación con grabados en relieve para visitar "Haus", una mansión clásica modernista de los años 60, sita entre hectáreas de inmuebles de primera en la costa de Malibú. Aquella visita produjo un efecto inesperado, y al día siguiente, la vida en común de Farah y Dennis llegó a su fin.

Seguir la pista de Farah resultó fácil; no hubo ningún intento de negar su traslado a Haus. Sin embargo, averiguar quién o qué entidad jurídica es la propietaria del solar ha llevado semanas de labor periodística. El rastro burocrático es largo y enrevesado, pero conduce directamente a Konradt Realities.

Ante las presiones, un portavoz dijo: "Haus es un campus especializado en investigación y desarrollo. La naturaleza de nuestro trabajo es confidencial, como es natural, pero requiere personas con mucho talento y un aislamiento casi total. Buscamos a los mejores y ofrecemos condiciones inigualables para atraer y retener dicho talento. Respeten nuestra privacidad, por favor".

Llevé a Dennis hasta Haus para hallar respuestas. Nos ordenaron que nos fuéramos, pero Dennis insistió mucho y, al cabo de una hora, lo recompensaron con la breve aparición de Farah.

"¡Ahí está! ¡Farah! ¡Farah!", gritaba Dennis desesperadamente desde la reja del perímetro. Cuando Farah salió por la puerta principal, sola, saludó con la mano y se llevó el móvil al oído. Sonó el teléfono de Dennis, respondió a la llamada y puso el altavoz para que pudiéramos oírla los dos.

"Dennis, cariño, pasa página. Yo ya lo he hecho. Estás haciendo el ridículo. Me han abierto los ojos, y el trabajo que estoy haciendo aquí es importante; más de lo que imaginas. Siento mucho si te duele, pero no es mi intención".

Dicho eso, colgó y desapareció dentro. Dennis no estaba convencido.

Rompiendo a llorar entre sollozos agitados, gritó: "¡No es ella! ¡No puede ser! ¡Le han hecho algo! ¡Le han hecho algo!".

A medida que continúa la investigación, la desesperación de Dennis se repite una y otra vez en seres queridos y familiares con historias similares. Amigos, hijos, maridos y esposas que han sido absorbidos por un enigma llamado Haus.

La policía afirma que no hay pruebas de que se haya cometido ningún delito. ¿Es eso cierto o hay alguna fuerza más poderosa? Y, de ser así, ¿hasta dónde llega esta conspiración?

Hasta que haya respuesta a estas preguntas, nadie está a salvo.

Aconsejo algo sencillo: si reciben una invitación a Haus, por mucha curiosidad que les suscite o cualquier promesa que les hagan, ¡no vayan a Haus!

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