Hola, singularidad –

Lola Konradt, BrinK

y un mundo feliz.

Gail Hoffer, OSK Magazine.

Solo llevaba dos minutos esperando cuando Lola Konradt se dejaba caer en nuestro desayuno. Su característica elegancia y su cálida sonrisa me tranquilizan al instante. Es una de las tecnólogas más poderosas de la Tierra y, sin embargo, me siento como si hubiera quedado con mi madre para tomar un café y una tostada.

PHOTO: Lola Konradt


"Hola, Gail. Encantada de conocerte".



Al acercarse a la hilera de sofás que rodean la mesa de centro de granito pulido, la idílica terraza acristalada reacciona ante ella como si fuera una princesa de Disney en un castillo encantado. Los polígonos de vidrio de los ventanales se polarizan y crean una sombrilla que recorre sus movimientos por la habitación. Cuando se deja caer entre cojines y mantas, sus diseños cambian a tejidos que se complementan con paleta de colores. Una cafetera de OSK silba con delicadeza y la encimera presenta noticias y artículos, lo que saca a relucir dicho acabado de granito como una sofisticada ilusión.

Todo esto, naturalmente, forma parte del espectáculo. He venido a entrevistar a la primera humana a la que le han implantado tecnología de BrinK, el gran salto de OSK hacia la Singularidad. Con vínculo directo a OSK y a la tecnología de OSK en esta sala, es como conocer a una viajera del futuro.


"Me estoy acostumbrando a que me miren así",

dice entre risas.

"Esto es un paso tan importante como el descubrimiento del lenguaje. En realidad, es más fácil de lo que parece: no le estoy diciendo a la sala que haga nada. OSK es el mediador, el oyente perfecto, y reaccionará a mis deseos incluso antes de que forme una opinión".

PHOTO: Lola Konradt

Konradt habla abiertamente de los obstáculos y de los pequeños pasos que hay que dar en el camino hacia la conectividad total: "Las primeras iteraciones de BrinK sustituirán a las funciones de un smartwatch, por ejemplo, como las notificaciones, la monitorización biométrica básica y cosas así. Pero, en definitiva, la tecnología será capaz de monitorizar todos los datos biométricos físicos y químicos, comprender el pensamiento subvocalizado e incluso detectar las intenciones inmediatas y a largo plazo del usuario. Y luego está la interconectividad con otros usuarios de BrinK...".

PHOTO: Lola Konradt

Rara vez me asombran, pero esta vez lo ha conseguido. "¿Te refieres a la telepatía?", exclamo con emoción, tras hacer desaparecer toda pretensión de profesionalidad.

"Claro. Telepatía, empatía, perspectivas y experiencias compartidas. No sentirse nunca a solas. Estamos en las primeras fases con respecto a la creación de prototipos sociales y psicológicos en un sitio especializado y los resultados son por el momento prometedores, pero avanzamos con cautela. Al fin y al cabo, estamos descifrando millones de años de evolución".

Mientras Lola se termina su café, un camarero diminuto de la encimera sirve una galleta amaretti. "Mmm, ¡perfecto!". Mientras mordisquea la galleta, decido abordar el quid de la cuestión. "BrinK es un implante, ¿verdad?".


"Nuestra tecnología patentada es orgánica, independiente..."


"Sí", responde ella. "Aunque ese calificativo nos resulta anacrónico. El cuerpo humano es algo complejo y diverso, así que tuvimos que evitar cirugías invasivas o imponer una talla única de hardware monolítico a nuestra delicada fisiología. Nuestra tecnología patentada es orgánica, independiente y se introduce mediante una solución no invasiva que llamamos 'transfusión'. El proceso dura aproximadamente una hora, es indoloro, y es el propio cuerpo el que guía la forma en que la tecnología se despliega y se entiende con la anatomía".

Es mucho que asimilar y me alegra ver entrar en la sala a un ayudante que indica que el valioso tiempo que Lola pasa conmigo ha llegado a su fin. Cuando se levanta para marcharse, le hago la pregunta que todos tenemos en mente: "¿Cuándo estará BrinK a disposición de los consumidores?".

Lola Konradt se detiene un momento, de espaldas a mí, como si estuviera meditando la respuesta. Es difícil descifrar su expresión, que quizá tiene un atisbo de frustración.

"No veo el momento".

Con una respuesta propia de tan enigmática estrella, me llena de esperanza para el futuro.